viernes, 30 de diciembre de 2011

Batu Caves (El templo Hindu y el Yogui mañanero)


Hoy decidimos ir a ver uno de los templo Hindúes más importantes, las Batu Caves. Myriam se adelantó a buscar a nuestro amigo Chef Venezolano, que seguiremos llamando L. para preservar su anonimato, mientras yo  terminaba de cargar las fotos del blog del día anterior.



Cuando terminé salí del hotel hacia la parada de metro donde estaban ellos y de repente me cruzo con un hombre que venía desde lejos mirandome fijamente. con un turbante el la cabeza, barba larga pero arreglada y camisa elegante con pantalón de pinzas. Al llegar a mi altura me suelta "Congratullations for your recent wedding" (Felicidades por tu reciente boda), a lo que perplejo le respondo que gracias. Inmediatamente escribe en un papel algo, lo arruga y me lo da a mi mano, cierro la mano y empieza a contarme cosas de mi trabajo, de mi antigua empresa, de mi vida en general. Me dice que es un Yogui (maestro Yoga o algo así) y que se dedica a viajar por el mundo ayudando a la gente con la que se encuentra.

Lo cierto es que desde el principio pensé que me iba a pedir dinero, pero al contarme tantas cosas (ya os las contaré en persona, porque son personales y no quiero ponerlas en el blog), dejé de pensar en esa posibilidad. Cuando terminó me dijo que mirara en el papel mi edad, el nombre de mi esposa y mi color favorito. ambos tres estaban en el papel, y sobre todo el nombre de myriam correctamente escrito con la Y griega primera. Se marchó, nos despedimos, le dí las gracias y no me pidió ni un duro. Sólo me dió un consejo para mi trabajo y otro para mi vida. Aun estoy flipando un poco.
En fin, el caso es que empezamos nuestro viaje al templo hindú con una experiencia iluminadora y extraña que nos abría el camino. El vagón de sólo mujeres iba casi vacío, con aire acondicionado mientras nosotros pasabamos calorcito en el vagón del resto de sudorosos machos malayos, pero que se le va a hacer...
Sí, padres, estamos pasando mucho calor. aquí hace 26 grados a las 8 de la mañana y sube a treinta y pico durante el día para volver a esos 26 grados durante la noche. salvo rafagas de aire esporádicas y los aires acondicionados de los establecimientos y transportes que utilizamos de refugio temporal, no hay más respiro al calor intenso con alto % de humedad que sufrimos a diario.

Pero que bien se está en este pais. me encanta. La gente habla inglés todo el mundo, te puedes entender en los carteles, es un pais realmente cosmopolita, con una mezcla de culturas real, variada e intensa. musulmanes, con indios, malayos, chinos y tailandeses, todos comparten vida, calles, culturas y vivencias de una forma civilizada y coherente. Cuanto tenemos que aprender de estos paises cuando en el nuestro se habla de racismo. Aquí es una palabra que no tiene sentido.

En fin, que me ando por las ramas. El caso es que hemos ido al templo, al que se accede subiendo 273 escalones empinados (recuerdese a 32º y con humedad 95%), que está dentro de una cueva con altos techos que recuerdan a los de una catedral natural hecha con las estalactitas de la roca caliza y el agua de tantos miles de años. La entrada, y casi todo el recinto, está flanqueado por monos expertos en las artes de la distracción y robo de comida a los turistas, por lo que hay que andarse con ojo si no quieres llevarte un susto. 
Myriam se ha pintado un punto rojo en la frente para pasar desapercibida entre la gente y hemos visto unas cuantas representaciones de Shiva con cabeza de elefante o mono y distintos colores de piel, verde azul, marrón, con tres cabezas, con ocho brazos, volando... es la religión con representación más marciana que conozco. Pero bonitos templos, muy coloridos y gente extrañamente mística y atrayente (sobre todo las indias, jejejeje).

Despues de un té con leche, escanciado como hacen ellos para que coja espuma, nos hemos ido al  barrio chino a probar delicatesen típicas de la cocina china. No os imaginais cuan diferente es el menú de aqui de un restaurante chino con los que hay en España. 



Os dejo algunas fotos de los animalitos que hemos comido.





Mañana es noche vieja y aún no hemos decidido donde celebrarlo, pero lo que si tenemos es entradas para subir a las Petronas. Ya os contaremos.

jueves, 29 de diciembre de 2011

Curso de Cocina Malaya y otras comidas y bebidas varias.


El día empezó tranquilamente, con un inocente desayuno en el hotel, del que salimos hacia nuestro curso de cocina Malaya que habíamos contratado el día anterior por email. 



Tras unas vueltas por los barrios periféricos de la ciudad, donde vive la abundante clase media Malaya, llegamos a un chalet en el que nos esperaban nuestras profesoras (musulmanas y tapadas hasta las orejas) así como los primeros estudiantes madrugadores. Siempre me han gustado estos cursos de cocina en el extranjero porque conoces a mucha gente interesante, compartes unas cuantas horas de vivencias de viajes y aficiones en común y tienes la oportunidad de practicar inglés, muchas veces con personas nativas, para mantener el idioma actualizado.


El el curso de hoy coincidimos con una filipina de Mindanao, una pareja de ingleses que viven en  Australia y un cocinero venezolano que vive en Vietnam después de haber estado una larga temporada en Japón.
Llamémosle L, para preservar su anonimato (aunque sale en las fotos con nostros, jejejee).

El curso de cocina ha sido muy interesante y divertido, pero mas divertido ha sido cuando nos hemos ido con nuestro recién conocido chef venezolano, a conocer los mejores sitios de comida de Kuala Lumpur. 

En un rally tipico de programa de cocina de viajes, hemos pasado por el mejor Dim Sum traido directamente de Hong Kong a la maravillas de la cocina India en malasia.

Hemos visitado una calle famosa por tener una gran variedad de puestos de comida donde disfrutar en plena calle de la mas diversa comida procedente de toda Asia. 

Se llama Jalan Alor. corriendo paralela a esta calle está el escondido (y prohibido) barrio rojo de Kuala Lumpur, que se limita a unos cuantos sitios de masajes de dudosa profesionalidad, pero sin llegar a la exposición de las calles del patpong de Bagkok. 



Por todos lados hay puestos de venta de la fruta más apestosa del mundo. Se llama Durian y en cuanto abres el fruto, un olor a pedo intenso recorre y embarga las dos o tres calles mas cercanas. 

Es tan intenso el olor que está prohibido su consumo en hoteles, aviones, trenes y en general en cualquier sitio cerrado. En la foto podemos ver la señal de prohibición de nuestro hotel y uno de los puestos de la jodida frutita.





Despues de este paseo nos hemos parado a tomar una sangría en un restaurante Español que se llama La Bodega, justo al lado de uno de los centros comerciales con mayor afluencia de la ciudad llamado "Pavillion"
Esta zona esta llena de centros comerciales con luminosos y pantallas de television gigantes, tridimensionales y  en casi todos los formatos imaginables. por aquí pasa el sky train sobre unas vías elevadas, dandole un aspecto futurista a la ciudad. Algo parecido a "Blade Runner".



Despues de las Sangrías vinieron mas cervezas en una happy hour interminable que en algunos bares dura 10 horas y en otros practicamente todo el día es happy hour. Estas ultimas cervezas de la noche nos las tomamos al pie de las Torres Petronas, a las que acudimos fielmente cada día, hipnotizados por su iluminación out of this world.

La noche la terminamos cenando en un Indio que tenemos al lado de nuestro Hotel que abre hasta la 1:30 de la madrugada y se come fenomenal. picante pero delicioso.

un día gastronómico total. Mañana un poco de ejercicio...

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Chinatown y Little India

Hoy nos hemos despertado con cierta dificultad debido al jet lag. Digamos, que si no llega a entrar el que limpia las habitaciones, es posible que nos hubiera dado el medio día. Hemos subido a desayunar a la planta club, donde se unen las dos torres de nuestro hotel por un pasillito como el de las torres petronas, pero en miniatura. Cada día que pasa me gusta mas el hotel. tenemos conciertos todos los días en el bar del sotano y las vistas desde las terrazas o la piscina son increibles. 

El caso es que nos hemos ido a patear la ciudad entera. Hemos empezado visitando de nuevo las torres Petronas, esta vez para comprar la entrada para poder subir. El caso es que ya era medio día y no quedaban entradas para el día. Al parecer las ponen a la venta muy temprano y cuando se acaban, pues se han acabado, y creo que la gente hace cola durante hora y media desde las 7:00 am. Yo que no me levanto a esa hora ni para ir al curro...

Peeeero, hay otra forma y es comprar entradas por adelantado para uno o dos días después. Sin colas, sin sufrimientos, sin madrugones. un chollo señores. Y esto no viene en las guias de viaje, asi que os dejo aquí mi truco gratis. Sólo para seguidores de mis blogs. 

Lo cierto es que los edificios por la noche, iluminados, molan mucho, pero de día parecen un poco viejunos, o como si les faltara un acabado o limpieza a fondo. Incluidas las Torres Petronas, que he decidido rebautizarlas como las Torres Patronas en honor a las idem. Hemos estado haciendo unas fotos por los alrededores, con el reflejo de las torres en otros edificios o en apliques metálicos. Os dejo una muestra porque me apetece. También gratis. si es que hoy estoy de un generoso... 
Despues hemos ido a la plaza Merdeka, que contrariamente a su nombre, está muy chula. Alli mismo está el club de ricos Malayos (No se llama así, pero como si lo fuera), en el que sólo admiten a gente con mucho dinero y a las mujeres no las dejan entrar a la zona del bar. (ellos se lo pierden. Con lo que se liga con las mujeres cuando están pedo, jajajaja). 

Junto a la plaza está el mercado central, que es un mercadillo gigante de tiendas y puestos de artesanía, antiguedades y souvenirs variados. También hay un Food Court con muchos puestos de comida de distintos tipos y unas mesas en medio para comer. Nosotros hemos optado por una especie de noodles de Singapore que se llaman Mee Rebus. 
Joder. Estaban espectaculares. Borja, nos tienes que llevar allí, que seguro que te conoces los mejores sitios. Y es que aunque a veces la comida no tiene un aspecto atractivo (mirad los peces de la foto), el sabor es asombroso. 
Es curioso porque aquí la gente no come mucha cantidad, pero come muchas veces. Eso les permite no estar pesados durante el día y tampoco pasar hambre, dando rienda suelta a su apetito, pero con moderación. asi están happy todo el rato. 



Tras la comida hemos pasado de nuevo al barrio chino (Chinatown), y hemos visitado varios templos. En uno de ellos nos han dejado entrar y hacer un ritual para pedirle a la deidad de turno lo que quisieramos. Basicamente se resume en tirar unas piedrecitas, que si caen boca arriba se cumple tu deseo, pero si caen boca abajo, el amable señor te las da para que lances otra vez hasta que caigan boca arriba. Luego sacudes una caja llena de palitos, y el que se caiga de la caja, miras el numero y te corresponde un papelito escrito en chino. luego hay un libro en el que se traduce la profetización del papelito. 
El caso es que a mi me ha dicho que no me mueva de España, que sea paciente y que me van a ascender en el trabajo. Pero de tener hijos nada, que si embarazo a mi mujer, ésta sufrirá mala salud con peligro de su vida.(Molan los chinos, que no son como los adivinadores de la tele, estos te cuentas su profecía aunque sea chunga, y allí te lo llevas). 
Y a Myriam le han dicho que tiene futuro en los proyectos en el extranjero. Pero que de tener hijos nada, que puede tener mala salud. Vamos que una combinación de proyectos jodida. Menos mal que sólo es superstición China... o no?




Después hemos visitado un templo Hindú, que se encuentra perdido en el medio del barrio Chino. Lo cierto es que estos se llevan el gato al agua a la hora de decorar templos. Son vistosos, coloridos, llenos de figuras, dioses a porrillo, y mucha imaginación. Los budistas serían los siguientes, por todo el oro que emplean y también las figuras y colores. 

No voy a seguir con el ranking, pero quería destacar este hecho. 
Siguiendo la pista del templo, y aunque nos ha costado un poco, hemos llegado al barrio Indio (Little India), donde Myriam se ha encontrado como pez en el agua. 
Nos hemos comido uno de los mejores Rotti chicken Tandori de nuestras vidas, lo que nos acentúa las ganas de visitar ese pais magico, y encima por dos duros. En un restaurante de la calle Jin Masgid India, con pintas reguleras, pero lleno de autóctonos comiendo: Buena señal. En la foto el Chef, introduce una masa en forma de oblea en el interior de una tinaja de barro donde se sujeta en la pared cocinandose al mismo tiempo que el pollo trinchado en un palo. La salsa de curry con cardamomo, anis y otras especias irreconocibles pero ricas y picantes nos ha dejado la boca con ganas de más, pero satisfechos. 

Rumbo al hotel, agotados del día pero con ganas de nuevas historias que contar mañana, nos hemos topado con un par de supermercados, en los que al parecer se vende caca y se pasan rayas. Hemos tenido que entrar a comprobarlo. jaajajajaja. 

martes, 27 de diciembre de 2011

24 horas de viaje

Malasia puede parecer que no esté tan lejos, pero está a tomar por c...


Después de las primeras 7 horas de vuelo, aterrizamos en Dubai, pensando que la segunda parte del vuelo iba a ser menos pesada que la primera. Tras una cervecillas en el magnifico aeropuerto de Dubai, llegamos por lo pelos a coger el segundo vuelo de 7 horas hasta Kuala Lumpur. entre los vuelos, el tiempo de estar antes en el aeropuerto, el tiempo de espera para el vuelo de conexión y la larga cola de 1 hora que tuvimos que hacer para el control de pasaportes en Kuala Lumpur, el viaje se hizo casi eterno. Y eso que es la ida.



La vuelta siempre suele ser peor...


Pero una vez llegados aquí, todo ha sido una pasada. Llegamos al hotel y nos pegamos un bañito en la piscina del atico. Es una pisicina desbordante que hace unos años tenía las vistas a las torres petronas, pero la fiebre constructora en esta ciudad ha causado estragos.



Aun así el hotel G Tower en el que estamos es de lo mas recomendable.


Sin dejarnos vencer por el jet lag o el sueño de medio día, nos armamos de valor y nos fuimos a dar una vuelta por Chinatown. Tiene un mercadillo nocturno de falsificaciones, muy parecido al Pat Pong de Bangkok.


Aqui se llama Petaling y no difiere mucho en el entramado de los puestos y los productos que ofrecen. quizás lo mas curioso son las tiendas traseras que lo rodean, con vestidos chinos de boda, arabes de danza del vientre, y en general tiendas mas o menos extrañas para unos occidentales como nosotros.


Paramos a comer en un puesto con un olor extraño, comida expuesta en medio de la calle al lado de los coches, y platos de plastico de dudosa higiene, pero nos la jugamos y la verdad es que la comida fue estupenda. Yo me comí un pescado anónimo con arroz y ternera picante y Myriam unas bolas de carne de animal desconocido y un corazón de otro, que finalmente no pudo trocear y se dejó en el plato.





Mas tarde, nos tomamos una sopa de callos. Sí, si, sopa de callos malayos. Picante como lamer un chile, pero buenísma. Y sí, la expresión callo malayo es por algo. aquí digamos que los autóctonos no han ganado nunca un festival de belleza internacional. En cambio las indias... jejejeje.


Tras la cena nos tomamos una cervecita en las bulliciosas calles que rodean el mercado. Hay cientos de puestos de comida, bares de copas, hostales para mochileros y agencias de viajes low cost que te organizan la estancia en Malasia por pocos Ringits. (Sí, la moneda de aquí se llama así, parece de broma).



Pillamos un taxi (son la mejor manera de moverse por aquí, son extremadamente baratos y llevan aire acondicionado) y nos fuimos a ver las torres petronas (que por cierto, la iluminación la apagan a las 12pm) y a preguntar en el Zouk Bar el precio de la entrada de nochevieja de este año (68 ringits, unos 18€).


Lo de las torres es flipante. Pero son tan grandes que pierdes la perspectiva y dejan de parecer todo lo altas que son. Myriam dice que es como en cañón del colorado, que no te haces a la idea de lo grande que es.
Definitivamente volveremos mas veces. es como la torre Eiffel de París, que aunque ya la hayas visto mil veces, tiene un magnetismo que te empuja a ir a verla cada día. Al menos a mi me pasa. Mañana más que ya se me cierran los ojos.