El día empezó tranquilamente, con un inocente desayuno en el hotel, del que salimos hacia nuestro curso de cocina Malaya que habíamos contratado el día anterior por email.
Tras unas vueltas por los barrios periféricos de la ciudad, donde vive la abundante clase media Malaya, llegamos a un chalet en el que nos esperaban nuestras profesoras (musulmanas y tapadas hasta las orejas) así como los primeros estudiantes madrugadores. Siempre me han gustado estos cursos de cocina en el extranjero porque conoces a mucha gente interesante, compartes unas cuantas horas de vivencias de viajes y aficiones en común y tienes la oportunidad de practicar inglés, muchas veces con personas nativas, para mantener el idioma actualizado.
Llamémosle L, para preservar su anonimato (aunque sale en las fotos con nostros, jejejee).
Hemos visitado una calle famosa por tener una gran variedad de puestos de comida donde disfrutar en plena calle de la mas diversa comida procedente de toda Asia.
Se llama Jalan Alor. corriendo paralela a esta calle está el escondido (y prohibido) barrio rojo de Kuala Lumpur, que se limita a unos cuantos sitios de masajes de dudosa profesionalidad, pero sin llegar a la exposición de las calles del patpong de Bagkok.
Por todos lados hay puestos de venta de la fruta más apestosa del mundo. Se llama Durian y en cuanto abres el fruto, un olor a pedo intenso recorre y embarga las dos o tres calles mas cercanas.
Esta zona esta llena de centros comerciales con luminosos y pantallas de television gigantes, tridimensionales y en casi todos los formatos imaginables. por aquí pasa el sky train sobre unas vías elevadas, dandole un aspecto futurista a la ciudad. Algo parecido a "Blade Runner".
La noche la terminamos cenando en un Indio que tenemos al lado de nuestro Hotel que abre hasta la 1:30 de la madrugada y se come fenomenal. picante pero delicioso.
un día gastronómico total. Mañana un poco de ejercicio...
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