miércoles, 4 de enero de 2012

Dando una vuelta en moto a la isla

Antes de nada, decirle a mi madre que no hemos tenido ningún accidente ni sustos ni nada. Yo sé que te dan miedo las motos, pero hemos tenido cuidado.
Ayer decidimos alquilar una motillo para dar la vuelta a la isla. Con las carreteras que hay, y el ritmo caribeño al que conduce la myri, es imposible dar la vuelta a la isla en menos de una semana, y eso que solo tendrá unos 80km de circunferencia.


El caso es que por la mañana hemos ido a alquilar unos vehiculos motorizados y despues de preguntar en mil sitios hemos conseguido dos trastos que al menos tenían frenos y las ruedas no estaban lisas. El resto de opciones eran mas preocupantes, asi que cogimos lo mejor que había, y tirando millas llegamos a la primera playita desierta, de la que no hicimos fotos, pero que tampoco era nada del otro mundo, ya se sabe, caminito por entre las palmeras, playa desierta, arena blanca, y mar calentito. 

Luego seguimos rumbo hacia el Cable Car. Es un teleférico que te sube a la montaña de la isla desde la que se ve todo y es flipante. Llendo hacia allá, por todas partes vimos monos en el arcen de la carretera. Me acordé del capitulo en el que Frank de la Jungla hacía casi un reportaje de una historia parecida en Tailandia, como si fuera una carretera tan recóndita que hasta había monos. Aquí los hay por todos lados, y lo raro es no atropellar a alguno. 

Cuando llegamos al teleferico, la temperatura podría rondar los 42º con un 100% de humedad. Estamos pasando mucho calor. Demasiado. Luego llegas a las tiendas y con el aire acondicionado a tope pues te pones malo. Y Claro, a ver cómo explicas en la empresa que despues de pegarte 15 dias en la playa vienes con anginas y te pillas una baja. (Es un suponer eh? Jejejeje). 

La subida en el teleferico es espectacular porque en poco tiempo subes un desnivel de 800metros por una jungla densa, y en una cabina de un metro y medio de largo por uno y medio de ancho, es toda una experiencia. 
Cuando llegas arriba tienes ganas de pegarte otra vuelta, como en la feria en los cacharritos. Lo unico que aqui cuesta 15€ (60 Ringits) por barba, que nos pareció una pasada para los precios de aquí. 

Arriba tienen dos miradores, uno para ver las islas que hay en la parte sur (unos dicen que 95 y otros que 195) y el otro mirador para ver las puntiagudas y verdes montañitas del norte. 





Entre dos de esas montañitas han construido un puente colgante metalico con forma de media luna que es tan espectacular de verlo como de cruzarlo. 

Para llegar a el tienes que bajar unos cien mil escalones que luego te esperan a la vuelta como un bofetón en la cara, pero merece la pena todo el paseo.






Lo que si pinchamos esta vez fue con la comida, porque nos dió la hora de comer y el hambre (que muchas veces no van unidos) en un sitio en el que solo había hamburguesas de plastico con sabor a ternera y haburguesas de plastico sin sabor ninguno a pollo.

Pedimos una de cada para comprobarlo y efectivamente, asi fue. La peor comida del viaje en el mejor sitio posible, en lo alto de la montaña con unas vistas espectaculares.



No se puede tener todo.

Una vez hecho el turisteo tipico, decidimos buscar playas virgenes (que ilusos) por la zona norte, que en el google earth parece que son las mas paradisiacas. Y deben serlo, porque es donde están los resort mas de lujo en los que ni siquiera puedes entrar a tomar una cerveza. 
Que conste que lo intentamos, pero nos echaron del hotel Datai, con la amabilidad que caracteriza a los asiaticos.  

Sin mas dilación volvimos a nuestro pueblecito con el rabo entre las piernas, pero decidimos hacer otro intento en uno de los hoteles locales. Aqui hubo mas suerte y pudimos cenar a la puesta de sol en un restaurante en plena playa. Un tipo Australiano cantando temas de toda la vida amenizó una velada estupenda. Estas estan siendo unas vacaciones de primera.

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